miércoles, 10 de junio de 2009

Contaminación industrial:

Debido a la variedad de problemas asociados a las actividades industriales, este tipo de contaminación será considerada separadamente. Se debe mencionar que constituye una de las causas principales del deterioro de la calidad del aire, el agua y el suelo y de la generación de residuos peligrosos en el país.

Cabe aclarar que, según el Informe de la CONAPA (1992), "Como resultado de la escasa legislación ambiental y de control de la industria por las autoridades, se ha generado muy poca información por lo que son escasos los datos disponibles para la información pública que se refieren específicamente a la carga de contaminantes de origen industrial en el ambiente".

Dicho informe subraya asimismo que una indicación general sobre el grado de deterioro ambiental debido a la industria puede ser obtenido de mejor manera, quizás, a través del análisis de la situación en áreas representativas para las que existe una cantidad de datos razonable. Tal el caso de las Provincias de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán.

Así, como se dijera más arriba, el sector industrial es responsable de un 50% de la contaminación hídrica en el AMBA (que concentra cerca del 60% de la producción industrial del país), siendo a su vez la fuente dominante en otros casos como el río Santiago en La Plata, el río Salí en Tucumán, el río Paraná aguas arriba de Rosario y ciertos canales de irrigación de Mendoza.

Sus causas pueden encontrarse, esencialmente, en el empleo de tecnologías sucias, sistemas de producción obsoletos y un inadecuado control por parte de las autoridades competentes debido, en muchas ocasiones, a una superposición de jurisdicciones que impide un accionar efectivo.

La generación de residuos peligrosos, dada la inexistencia de plantas para su tratamiento, almacenamiento y/o disposición final, debe considerarse como un problema de gran magnitud, puesto que no debe descartarse la posibilidad de que los mismos sean eliminados en gran parte en basurales a cielo abierto, tanques sépticos y pozos negros incontrolados que percolan hacia las aguas subterráneas y cursos superficiales donde se acumulan en los lodos de los lechos o fluyen hacia los receptores finales de éstos.

Sólo en la Provincia de Buenos Aires se generan alrededor de 47.000 t/año de estos residuos, los que provienen, fundamentalmente, de las industrias metalúrgica-electrónica (46%) y química-petroquímica (44%). (Banco Mundial, 1995)

Degradación de los mares y riberas:

El mar Argentino se calcula que alberga una 300 especies, con una biomasa marina para especies comerciales que alcanza las 12.072.657 toneladas y un rendimiento máximo sostenido, esto es, el volumen máximo que puede extraerse de una especie sin afectar el desarrollo de la misma, del orden de las 3.000.000 toneladas. (Lara, A. en Roccatagliata, 1997).

Hasta principios de los ´60, la actividad pesquera estaba destinada al consumo interno y se basaba en una flota de embarcaciones reducidas y de poca capacidad de captura. Desde entonces la actividad ha crecido considerablemente debido a la reorientación de la oferta de los productos marinos hacia el mercado externo.

La Guerra de Malvinas y la posterior demarcación por parte de Gran Bretaña de la Zona de Conservación y Administración Pesquera significó para la Argentina una disminución de las áreas de pesca que se manifestó en el descenso de los valores de captura máxima permisible establecidos por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP): 1.100.000 toneladas para 1979 contra 600.000 para 1984.

Sin embargo, el futuro del sector se encuentra seriamente comprometido debido a la sobrepesca llevada a cabo por empresas tanto nacionales como extranjeras, escasamente controladas por el Estado, que modifica la biomasa marina tanto en su cantidad como en su estructura.

Las capturas de fauna íctica que realizan buques de otras banderas en la zona económica exclusiva argentina, no sólo mediante la formalización de acuerdos binacionales sino también directamente a través de la pesca furtiva; es particularmente nociva, no sólo por los volúmenes de pesca manejados sino también por la sofisticación de los equipos de captura y la falta de mecanismos permanentes de control.

Por otra parte, con referencia a los recursos pesqueros marinos, la pesca nacional se caracteriza por su escasa diversificación, con la explotación de algunas especies por encima de los valores correspondientes a su rendimiento potencial y la subutilización de otras. (Bárbaro et al., 1994)

La Merluza, acompañada principalmente por el Abadejo y el Mero se encuentran dentro de las especies preferidas por las flotas argentinas. Según datos del Departamento de Intereses Marítimos de la Armada Argentina, la captura actual de la primera ronda las 500.000 toneladas por año. Es así como ha puesto en riesgo de extinción a la merluza hubsi, el mayor recurso pesquero de la región, al punto tal que se consideró que las capturas habían entrado en emergencia al haber desequilibrado la relación entre la generación y la explotación del recurso. (La Nación, 15/08/98).

La Corvina y la Pescadilla también han sido objeto de la pesca intensiva en estos últimos años. Entre los moluscos, por su parte, se han incrementado notablemente las capturas de Calamar Illex, con una total desembarcado en puertos argentinos que, para 1994, alcanzó la abrumadora cifra de 196.893 toneladas.

Si bien, como se ha mencionado anteriormente, el INIDEP (SAPyA) fija anualmente la captura máxima permisible (CMP) para el año en curso, las capturas reales exceden muchas veces los límites establecidos requiriendo que se dispongan medidas para la salvaguarda de ejemplares juveniles de las especies más afectadas. (La Nación, 29/01/99).

Los problemas relacionados con la pesca indiscriminada a escala mundial han llevado a la World Wide Fund a afirmar que el 70% de los lugares donde era abundante la pesca han dejado de serlo. Al respecto se mencionan la persecución de la que han sido objeto el Atún en el Nordeste del Atlántico, el Salmón en el Norte del Pacífico, el Bacalao en el Norte del Japón y el Calamar y la Merluza en el Atlántico Sur.

Con respecto a la degradación de los mares y costas merece especial mención el tema de la contaminación con hidrocarburos provenientes de accidentes mar adentro, de derrames desde los cursos fluviales y de perdidas desde refinerías costeras y plataformas off shore.

La Fundación Patagonia Natural realizó una Evaluación de la Contaminación por Hidrocarburos y Metales en la Zona Costera Patagónica (1996), mediante muestreos de agua y sedimentos en distintos puntos del área. Caleta Olivia, Comodoro Rivadavia y Caleta Córdova están situadas en la costa del Golfo San Jorge y se encuentran sometidas a grandes presiones derivadas de la actividad petrolera en el área, lo cual se hace evidente en las altas concentraciones de hidrocarburos detectadas.

En todas las estaciones muestreadas en el Golfo San Jorge se registró la presencia de petróleo fresco y degradado de múltiples fuentes, lo que estaría indicando que existe un aporte constante la hidrocarburos de carácter crónico relacionado con las actividades de esta industria. Por otra parte, se detectó la existencia de estos compuestos en zonas de acumulación, como el Faro Aristazábal, relacionadas con corrientes marinas y transportes de materiales.

Con respecto a derrames de petróleo de carácter accidental, se puede mencionar el caso de contaminación con hidrocarburos como consecuencia del choque ocurrido entre el Sea Paraná, de bandera alemana, y el Estrella Pampeana, de bandera liberiana, el pasado 15 de Enero en el Río de la Plata. Cinco mil metros cúbicos de petróleo cayeron al agua, de los cuales se lograron recuperar 1.900 m3.

Catorce unidades de la Prefectura Naval comenzaron a bombear el petróleo y, según lo expresó David Parco, jefe de la División de Logística, no "daban abasto" para contener el derrame. Desgraciadamente una tormenta arrastró los hidrocarburos hasta las costas de Magdalena y Berisso contaminando las playas al punto tal que se calcula que tardarán de tres a cinco años para reconstituirse. (Clarín, 07/02/99).

Obsolescencia o inexistencia de infraestructura sanitaria:

La obsolescencia o inexistencia de infraestructura sanitaria (agua potable, desagües cloaca-les y pluviales) contribuye tanto al problema de las inundaciones urbanas como al de la contaminación hídrica.

Según datos del Plan Nacional de Saneamiento (S.RR.HH., 1988) la cobertura promedio de agua potable a nivel nacional en el año 1987 era del 66% para la población concentrada (rural y urbana), habiendo superado el crecimiento demográfico al de los servicios para el período 1980-1987. Para los servicios cloacales, la cobertura promedio a nivel nacional alcanzaba, por su parte, al 37% sobre la población concentrada, correspondiendo la casi totalidad a localidades urbanas. El incremento de cobertura tampoco superó, en este caso, al crecimiento demográfico.

Debe tenerse en cuenta que desde el inicio de la concesión a Aguas Argentinas 1.282.152 habitantes han sido incluidas al servicio de provisión de agua potable y 666.137 al de desagües cloacales. El total de habitantes abastecidos por la empresa alcanzó, para el quinto año de concesión, a 7.483.078 habitantes, mientras que recolectó los efluentes cloacales de 5.581.065.

Los desagües domésticos constituyen, tal vez, una de las fuentes más importante de contaminación del país las que, por su parte, afectan seriamente a las fuentes aptas para consumo. La población urbana no conectada a servicios cloacales se ha incrementado en más de un millón de personas en la última década, creándose situaciones ambientales de alta vulnerabilidad, particularmente en zonas marginales.

Según el Informe del Banco Mundial antes citado, en el AMBA, más 5 millones de personas disponen sus descargas domésticas en cámaras sépticas, pozos absorbentes u otros sistemas individuales directamente conectados con los acuíferos. Los líquidos de las cámaras sépticas son recogidos periódicamente por camiones atmosféricos que no siempre los depositan en los sitios autorizados, lo que genera un riesgo adicional de contaminación.

Otras cantidades de efluentes tanto domésticos como industriales (algunos parcialmente tratados y otros sin tratar) son descargadas directamente a canales, conductos, arroyos y ríos que atraviesan el Area Metropolitana. Muy pocas ciudades del país cuentan con plantas de tratamiento de líquidos cloacales (por ej., Córdoba, Mendoza) mientras que el resto los descarga sin tratamiento alguno a los cuerpos de agua linderos.

Inundaciones:

Con respecto a las inundaciones en ambientes urbanos, son de mencionar las que se producen en el Area Metropolitana de Buenos Aires tanto por las lluvias que provocan el desborde de los cursos y arroyos entubados que atraviesan la Capital Federal y por la saturación de la red pluvial como por el ingreso de las aguas del Río de la Plata debido a sudestadas producidas por los vientos de ese cuadrante que generan mareas inusualmente altas en el Río de la Plata.

Las zonas bajas de Belgrano, Nuñez, Palermo, Villa Crespo, las zonas aledañas al Ria-chuelo y el Bajo Flores, al igual que las urbanizaciones de Villa Lugano se encuentran entre las más castigadas en lo atinente al impacto socioeconómico de este fenómeno, particularmente en las últimas décadas, debido al desfasaje considerable entre el incontrolado crecimiento urbano y la infraestructura sanitaria que se menciona anteriormente.

San Fernando, Dock Sud, Tigre, Lomas de Zamora, Monte Grande, etc. son algunas de las localidades con mayor riesgo de sufrir inundaciones en el área correspondiente a la provincia de Buenos Aires, del Gran Buenos Aires.

Gestión inadecuada de los residuos sólidos:

En lo atinente a residuos sólidos, la gran mayoría de las ciudades cuenta con servicios de recolección, muchas veces de tipo municipal, que se concentran, generalmente, en los barrios céntricos de los cascos urbanos respectivos y resultan inadecuados en las zonas periféricas en las que se asienta la población de menores ingresos. Así, la basura se acumula en terrenos baldíos y a la vera de ríos y arroyos contribuyendo a la contaminación hídrica y, en menor grado, a la creación de hábitats propicios para la proliferación de vectores transmisores de enfermedades.

Debido a la falta de sitios de disposición final de residuos sólidos (o a la decisión de ciertos municipios de no utilizarlos por una cuestión de costos) han proliferado los basurales a cielo abierto, generando no sólo problemas de contaminación de aguas subterráneas sino también de salud, dada la fácil accesibilidad de la población, principalmente niños, a los mismos, y su localización en zonas bajas y anegadizas.

Según el Informe del Banco Mundial sobre contaminación ambiental, este problema ocupa el tercer puesto dentro de las áreas prioritarias de acción, luego de la contaminación de las aguas subterráneas y la del aire y el ruido. Esto se debe a que son considerados como causa de daños a la propiedad, pérdida de espacios para recreación y daños ecológicos variados.

En el AMBA, el CEAMSE presta el servicio de disposición final mediante el método de rellenamiento sanitario a la Capital Federal y 19 partidos del Gran Buenos Aires. Dicho organismo sólo recibe 4 de los 5,6 millones de toneladas por año de residuos sólidos generados.

Según datos del mismo CEAMSE, en 1992 existían todavía 74 basurales a cielo abierto en el área. Se trata de un problema de difícil resolución pues tal tipo de disposición constituye una fuente de ingresos para los sectores de menores recursos de la población urbana. No debe olvidarse que la operación de basurales se halla estrechamente integrada a la economía informal de asentamientos irregulares (villas miseria).

SITUACION AMBIENTAL ARGENTINA

Problemas a Nivel Rural:

Los problemas ambientales que se producen en el ámbito rural son consecuencia principalmente de dos factores determinantes: el avance de la frontera agropecuaria sobre los ecosistemas naturales (Selva Misionera, Gran Chaco, etc.); y las prácticas agrícolo-ganaderas no sustentables.

Inundaciones y sequías:

Las inundaciones de llanura pueden agruparse en dos grandes tipos, en función de sus causas: los anegamientos y los desbordes de los causes. (Fuschini Mejía, M. en Durán, D., 1998). El primero puede ser provocado por un exceso temporal en las precipitaciones o por un ascenso en el nivel freático.

Cuando se deben a los desbordes de los ríos, el desencadenante de estos fenómenos es un aumento en la cantidad de agua en las nacientes que trae aparejadas crecidas que, en determinadas ocasiones, supera los bordes de la sección transversal. Esto es lo que se conoce como almacenamiento lateral y puede cubrir grandes extensiones y prolongarse por largos períodos. Es posible también que se den inundaciones de tipo mixto, es decir, en una zona anegada se produce el desborde de algún curso.

Las inundaciones se producen en regiones bien diferenciadas:

El Noreste, donde las inundaciones resultan consecuencia de los desbordes recurrentes (estimados como bianuales) de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay; de lluvias caídas en el interior de los valles aluviales que drenan hacia cursos afluentes que, a su vez, desbordan al encontrarse con los cuerpos principales; y de lluvias localizadas en las ciudades y en las principales zonas productivas.

El caso de los ríos Pilcomayo y Bermejo reviste características diferentes. En efecto, naciendo en las altas cumbres y descendiendo a una velocidad tal que genera graves procesos erosivos en la alta cuenca, estos cursos se desaceleran en las zonas planas donde depositan su elevado contenido de sedimentos. Por lo tanto, sus cauces resultan provisorios y desbordan en sitios diferentes cada año, lo cual resulta difícil de prever. Sin embargo, como los anegamientos se producen en zonas poco o nada pobladas y de baja relevancia agropecuaria, su impacto social es de un nivel de significancia mucho menor.

La Provincia de Buenos Aires, con la cuenca del río Quinto en el noroeste, el sistema de las lagunas Encadenadas en el sudoeste y la cuenca del río Salado en el Centro. En esta región se produce la alternancia de períodos de sequía con ciclos húmedos, habiendo sido la más afectada la cuenca del río Salado, afectación que se ha visto agravada por un mal manejo agrario y una política de canalizaciones mala planificada y aplicada. (Di Pace et al., 1992).

En este sentido se puede mencionar las inundaciones acontecidas en la zona del litoral como consecuencia de las lluvias extraordinarias provocadas por el fenómeno del Niño, que suele darse a intervalos de 7 u 8 años alterando al comportamiento normal de los océanos y atmósfera.

En el período de inundaciones de Noviembre de 1982 a Julio de 1983 más de 70.500 personas debieron ser evacuadas y las hectáreas anegadas alcanzaron un total de 2.350.000 entre Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos. Los daños directos se han estimado en 1.650 millones de U$S y los indirectos en U$S 3.753 entre evacuación, viviendas, infraestructura y transporte y pérdidas en los sectores agrícola y ganadero y en el resto de la economía. (Menéndez, J. y Falcone, R. en PROSA-FECIC, 1996).

En 1998 la Argentina sufrió un nuevo acontecimiento del Niño que requirió la movilización de miles de familias, la pérdida de las cosechas en vastas áreas y la destrucción de viviendas e infraestructura. Este acontecimiento puso en discusión, en los medios masivos de comunicación, la gestión de los recursos hídricos por parte del Gobierno Nacional y la falta de previsiones para el desastre natural. La polémica generada y la magnitud de las inundaciones pusieron el tema en el rango de primera prioridad en la agenda nacional.

Cabe acotar que las inundaciones por desbordes de los cursos de agua sobre sus correspondientes valles aluviales afectan a sectores urbanos en los que se da una ocupación no planificada e incontrolada de tales valles donde habita, en la gran mayoría de los casos, la población de recursos más escasos. Asimismo, como los cursos suelen hallarse contaminados, la combinación de los factores inundación - contaminación potencia la magnitud del problema.

Cabe destacar, finalmente, los problemas causados por la sedimentación de los materiales generados a partir de la meteorización de las formaciones rocosas y de la erosión de los suelos en diversas cuencas hídricas, particularmente la del Río de la Plata. A ésta, sólo el Bermejo le aporta 70 millones de toneladas de sedimentos por año, lo que afecta las posibilidades de uso del recurso, incluso la navegación y el acceso a puertos comprendidos en la red de vías navegables.

Las sequías resultan de condiciones hídricas en las que prevalece la escasez de agua como resultado de precipitaciones insuficientes en una serie de años sucesivos. Como consecuencia de ello se empobrecen las pasturas, disminuye el rendimiento de los cultivos y personas y animales ven limitadas sus posibilidades de disponer de agua. (Durán D. 1996)

Las mismas afectan de manera permanente a las regiones áridas y semiáridas del territorio y a las regiones húmedas y subhúmedas del país, en forma intermitente, alternando inundaciones con sequías.

La Pampa Deprimida, por ejemplo, se ve afectada por fluctuaciones no periódicas de precipitaciones. Según un informe elaborado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), la zona ha experimentado, en el período comprendido entre 1923 y 1974, veintiocho años definidos como normales, diecisiete lluviosos y seis secos. (Durán, D., 1996)

Deben distinguirse las sequías hidrológicas, como déficit hídrico permanente, de las sequías agrícolas que se producen cuando la disponibilidad de agua no coincide con las épocas en las que las necesidades agropecuarias lo exigen. (Fuschini Mejía, M. en Durán, D., 1998).

Al respecto se mencionarán tres acontecimientos de sequías hidrológicas. (Duran, D., 1998). La ocurrida en Corrientes y Misiones en 1985 y 1986 durante la cual llovió, en un total de 60 días, tan sólo 20 mm (siendo la media mensual del orden de los 180 a 200 mm). Este acontecimiento provocó la destrucción de las cosechas de maíz, té, yerba y tung, la proliferación de incendios de bosques, escasez del agua para bebida por lo que debió establecerse una red de distribución de emergencia, etc.

El otro episodio de sequía que será mencionado es el ocurrido en 1987, en Salta y Tucumán, que registro un déficit de precipitaciones de nueve meses. Las consecuencias principales de este desastre natural fueron la muerte de gran cantidad de ganado mayor y menor; la afectación de los cultivos en toda la región, especialmente en Tucumán, en donde se perdió el total de la cosecha de verano de limones y naranjos; escasez del agua para bebida; etc.

Por último, se mencionará la sequía ocurrida entre 1988 y 1989, que afectó a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, Chaco, Formosa, Entre Ríos y Misiones, conocida como "la sequía del siglo". La misma se debió a un descenso en el nivel de precipitaciones en la Pampa húmeda y sectores de la Mesopotamia y provocó, entre otras cosas, el agotamiento de las praderas, pérdidas en los cultivos de lino, trigo, frutales y mortandad de corderos y terneros.

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