miércoles, 10 de junio de 2009

Contaminación Atmosférica

Introducción

Debido a la acentuada urbanización e industrialización producida en el mundo a partir de la revolución industrial, y particularmente durante la era post-industrial; en las últimas décadas se ha hecho evidente que la afectación sufrida por nuestro planeta alcanza un nivel tal que su capacidad de asimilación se ve seriamente comprometida.

Hasta hace sólo tres décadas atrás, la preocupación por el porvenir de nuestro planeta se reducía exclusivamente al ámbito de la comunidad científica y a pequeños grupos de activistas en la materia. A partir de entonces, el tema fue adquiriendo una preeminencia cada vez mayor transformándose, hacia finales de la década del ´80, en un componente de la política tanto en el ámbito nacional de la gran mayoría de los países como en el internacional.

Existen dos hitos fundamentales en cuanto al surgimiento del tema ambiental como uno de los aspectos principales de consideración a nivel global: la Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano celebrada en Estocolmo (Suecia) en 1972 y la Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Ambiente y Desarrollo, conocida como cumbre de la Tierra o ECO 92, llevada a cabo en Río de Janeiro (Brasil) en Junio de 1992.

Uno de los principales resultados logrados por la Conferencia de Estocolmo fue que el tema del medio ambiente fuera agregado como un componente más al conjunto de problemas de política global incluidos en la agenda de las Naciones Unidas.

Antes de este evento, sólo algunos temas muy específicos como la conservación del recurso pesquero, la contaminación radioactiva, la contaminación por derrames de petróleo desde embarcaciones o el impacto de ciertos contaminantes sobre la salud humana habían sido analizados por distintos organismos especializados de las Naciones Unidas.

El lema mismo de la conferencia, "Sólo una Tierra", confería la relevancia debida a la necesidad de encarar la multiplicidad de los problemas ambientales de manera abarcativa e integrada a través de los organismos y agencias de Naciones Unidas. Uno de los resultados más significativos del evento de referencia fue la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como parte de un plan de acción aún más amplio propuesto para hacer frente a los problemas ambientales internacionales.

Por su parte, el lema de la ECO 92, "Nuestra última posibilidad para salvar la Tierra", nos habla ya del mayor sentido de urgencia que prevaleció durante el desarrollo de la misma y de las esperanzas puestas en ella en cuanto a que ésta permitiera una revisión y fortalecimiento significativos de la respuesta internacional a lo que se está convirtiendo ya en un conjunto cada vez más preocupante y ominoso de problemas ambientales.

Asimismo, por constituir la primera cumbre mundial sobre problemas ambientales, la Conferencia de Río constituyó un hito histórico para el tema que nos ocupa, indicativo del rápido ascenso de la variable ambiental al ámbito de la "alta política", receptora de toda la atención por parte de los funcionarios de más alto nivel de los gobiernos nacionales.

Varios cambios significativos marcaron la situación ambiental entre las dos conferencias antes mencionadas, los que pueden ser resumidos en los cuatro puntos que se describen a continuación:

I. Se profundizó marcadamente la crisis ambiental como resultado de: un incremento del 40% en la población mundial; un ulterior desarrollo industrial y un estándar de vida material más elevado en gran parte del mundo; la continuada y cada vez mayor generación de contaminantes atmosféricos, incluyendo los responsables de la lluvia ácida, del adelgazamiento de la capa de ozono y del efecto invernadero; la degradación acelerada de las tierras agrícolas; la rápida disminución de los bosques tropicales en Asia y América; y la extinción de innumerables especies como resultado de las pérdidas de hábitat.

II. La investigación científica contribuyó a una comprensión mucho más rica, aunque de ninguna manera completa, de lo que sucede en los sistemas ambientales, incluso el impacto de las actividades humanas sobre los procesos físicos básicos del planeta. Los hallazgos científicos logrados hacia fines de los años ´80, referentes a que el impacto humano sobre el ambiente eran de una magnitud mucho mayor a la prevista, permitieron acuñar el término "cambio global" para referirse a las tendencias sufridas en materia de la capa de ozono, el calentamiento global, y la pérdida de biodiversidad. El Consejo Internacional de Uniones Científicas lanzó en 1984 el Programa Internacional Geosfera-Biosfera que apunta a obtener conocimientos significativos tanto sobre las relaciones entre la atmósfera, los océanos y la tierra como sobre de qué manera y hasta dónde éstos se ven alterados por el ser humano.

Por su parte, la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) elaboraron en 1980 la "Estrategia Mundial para la Conservación", cuyo objetivo respondía también a dar una solución a los problemas creados por el aumento sin precedentes de la población mundial y sus actividades.

Con el transcurso de los años, y a través de las experiencias recogidas a partir de la elaboración y aplicación de diversas estrategias nacionales y subnacionales de conservación, los mismos organismos ampliaron y actualizaron la estrategia antes mencionada plasmando dicha actualización en "Cuidar la Tierra. Estrategia para el Futuro de la Vida", publicada en 1991.

III. Hubo una evolución conceptual en materia de las complejas relaciones entre ambiente y desarrollo económico. Si bien el del desarrollo surgió como uno de los posibles temas a tratar en la Conferencia de Estocolmo, no formó parte de la agenda de la misma. Recién fue discutido y desarrollado en forma abarcativa en el informe "Nuestro Futuro Común", producto de la Comisión de Naciones Unidas sobre Ambiente y Desarrollo constituida al efecto, conformada a mediados de la década del ´80 por veintidós miembros y presidida por el Primer Ministro de Noruega, Gro Harlem BRUNDTLAND. Este informe, conocido asimismo como el "Informe Brundtland", que subraya el hecho de que el desesperado compromiso económico de gran parte del mundo en vías de desarrollo es una de las causas principales de degradación ambiental, sirvió de marco intelectual para la Conferencia de Río.

Por su parte, la Estrategia para el futuro de la Vida pone asimismo un énfasis particular en el hecho de que la humanidad debe ser entendida como parte integrante de la Naturaleza y que su porvenir está indisolublemente asociado a la conservación de ésta y de los recursos naturales, afirmándose que el desarrollo, como herramienta indispensable para mitigar la pobreza y la miseria, constituye una condición indispensable de dicha conservación.

IV. Hubo una modificación significativa en el campo institucional y político, tanto a nivel internacional como nacional. El PNUMA se convirtió en el punto focal de cooperación ambiental más importante a nivel mundial, mientras que diversos organismos y agencias especializadas de las Naciones Unidas como asimismo varias organizaciones regionales, dentro de las cuales la Comunidad Europea (CE) constituye un ejemplo notable, adquirieron una mayor ejecutividad en el enfoque y tratamiento de los problemas ambientales. Se celebraron numerosos acuerdos y convenios internacionales sobre una amplia gama de temas ambientales y la mayoría de los gobiernos nacionales incluyó dentro de organigramas de gobierno instituciones ambientales de diferente nivel jerárquico adoptando, asimismo, cuerpos normativos referentes a la temática ambiental.

La Conferencia de Estocolmo planteó, en cierta manera, la necesidad de encarar, a nivel mundial, algún tipo de administración ambiental que permitiera un desarrollo acorde con la conservación de la Naturaleza, administración para la cual existía una dicotomía de perspectivas conceptuales entre los países desarrollados y aquéllos en vías de desarrollo.

Este desafío fue encarado por el Informe de la Comisión Brundtland, que reafirma el argumento sostenido por los países en vías de desarrollo referente a que la pobreza y el subdesarrollo son los principales responsables de la degradación ambiental.

La adopción de este argumento implica que no se puede preservar o restaurar el ambiente de los países en vías de desarrollo y del ex-bloque soviético sin desarrollo que, impidiendo la sobreexplotación de los recursos naturales y la contaminación ambiental, permita el crecimiento y la satisfacción de las necesidades humanas básicas.

El Informe Brundtland subraya asimismo la necesidad de reformar ciertos aspectos en el orden económico internacional, como es el caso del endeudamiento excesivo que contribuye al desesperado compromiso económico de muchos países, obstaculizando su desarrollo.

La Comisión adoptó entonces el concepto de desarrollo sostenible con el objeto de concentrar la atención mundial en la compatibilización de las prioridades ambientales y económicas. Para ello, definió a dicho concepto como al "desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la satisfacción de las necesidades de generacio-nes futuras", que necesita una definición más precisa.

Varios programas y proyectos, tanto de organismos locales de gobiernos nacionales como de organizaciones ambientales de Naciones Unidas, siguieron avanzando, a posteriori, en una mayor precisión sobre dicho concepto. Así, la "Estrategia para el Futuro de la Vida" antes mencionada emplea el concepto de "desarrollo sostenible" como el logro de un adecuado crecimiento económico en el que tanto la tecnología como la organización social se reordenen y mejoren a fin de satisfacer las necesidades de la totalidad.

Los factores enunciados representan dos de los tres condicionantes de cualquier proceso de desarrollo. El tercero es el constituido por la capacidad del medio ambiente para absorber los efectos de las actividades humanas.

El desarrollo sostenible consistiría, en definitiva, en un proceso de cambio en el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los progresos tecnológicos y la modificación de las instituciones se compatibilizan con las necesidades presentes y futuras. Como se trata de un proceso en el que las elecciones a efectuar son complejas y difíciles, resulta imprescindible que se sustente, fundamental-mente, en la voluntad política.

Capítulo 3

Breve descripcion de la situacion ambiental de nuestro pais

Introducción al capítulo:

Los sistemas ambientales son altamente complejos y sus distintos componentes se encuentran interrelacionados al punto tal que los problemas que sobre ellos se manifiestan tienen múltiples orígenes y variadas magnitudes.

Un enfoque posible para su análisis es la diferenciación entre aquellos que se incluyen principalmente en el ambiente urbano y aquellos que guardan íntima relación con las actividades del plano rural. En este sentido se han agrupado los problemas ambientales de la siguiente forma:

En el nivel urbano:

contaminación hídrica

contaminación atmosférica

contaminación industrial

degradación de los mares y riberas

obsolescencia o inexistencia de infraestructura sanitaria

inundaciones

gestión inadecuada de los residuos sólidos

En el nivel rural:

inundaciones y sequías

degradación de los suelos

salinización secundaria y problemas de drenaje

riesgo sísmico, aluvional, de tornados y volcánico

incendios

deforestación

contaminación por agroquímicos

disminución de la biodiversidad

cambio climático global

Problemas a Nivel Urbano:

La diversidad de las actividades que se desarrollan en el ámbito de una ciudad determinan, entre otras cosas, impactos ambientales que sobrepasan los límites del ejido urbano: la demanda de recursos presiona sobre los ambientes rurales, la generación de efluentes cloacales e industriales deteriora la calidad de los recursos hídricos superficiales y subterráneos, las emisiones gaseosas de fuentes fijas y móviles afectan el componente atmósfera, etc.

Sumado a esto, el 86% de la población total del país vive en ciudades de más de 2.000 habitantes, lo cual implica que un gran número de personas se verán afectadas por los problemas ambientales que en ellas se manifiestan (29.000.000 habitantes). (Ver Mapa Nº6).

Contaminación hídrica:

La contaminación hídrica puede atribuirse a la falta de tratamiento o tratamiento inadecuado de residuos cloacales e industriales, así como al empleo de tecnologías productivas inapropiadas y a un marco legal-institucional confuso y desigual.

Con respecto a la contaminación de las aguas superficiales, ésta se produce en los ríos y zonas costeras adyacentes a las grandes ciudades, como consecuencia, principalmente, de una inadecuada infraestructura de tratamiento y recolección de aguas servidas, agravada en muchos casos por el aporte de efluentes industriales a las colectoras cloacales o directamente a los cursos.

Actualmente sólo unas pocas ciudades cuentan con plantas de tratamiento y eliminación de aguas servidas (Mendoza, Córdoba) mientras que otras, entre las que se pueden mencionar Buenos Aires, La Plata y Rosario, arrojan sus aguas negras sin ningún tipo de tratamiento.

Sirva como ejemplo el caso del Area Metropolitana Bonaerense (AMBA), de la que, según estimaciones efectuadas por Aguas Argentinas, fluyen al Río de la Plata 2,3 millones de m3/día de líquidos cloacalas sin tratar y 1,9 millones de m3 diarios de descargas industriales. Allí se encuentra la media más alta de coliformes fecales del país (2.568/100 ml).

Estos problemas de contaminación de aguas superficiales se repiten en otras áreas urbanas del país como es el caso de la contaminación por aporte de efluentes cloacales (que, en algunos casos llega a comprometer el funcionamiento de las plantas potabilizadoras) de los Lagos San Roque (Córdoba), Lácar (Neuquén) y Nahuel Huapi (Río Negro).

En otros casos, los efluentes industriales son los responsables de los principales problemas de contaminación hídrica. En el Río Paraná, aguas arriba de Rosario, los vertidos industriales han afectado seriamente el funcionamiento de la planta potabilizadora de dicha ciudad. Este tipo de descarga resulta también la fuente más importante de contaminación del Río Salí (Tucumán), de algunos canales de riego de la Provincia de Mendoza y del Río Santiago y Canal Oeste (Municipios de Berisso y Ensenada).

A su vez se mencionará, a modo de ejemplo que el río Salí en Tucumán presenta niveles de oxigenación cero durante siete meses del año debido a los vertidos de la industria azucarera, de alto contenido en materia orgánica.

La contaminación de las aguas subterráneas, según el Informe del Banco Mundial sobre la "Contaminación Ambiental en la Argentina", es uno de los problemas de mayor relevancia en el país, debido a la gran cantidad de población que depende de la misma para su suministro diario y a la difícil reversibilidad de su contaminación.

Si se tiene en cuenta que, según la fuente anterior, un 28% de la población del país y un 65% de la del segundo anillo del Gran Buenos Aires utiliza este recurso como fuente de abastecimiento puede obtenerse una visión precisa de la magnitud del problema.

La fuente principal de este tipo de contaminación son los tanques sépticos. Tan sólo el 34.3 % de la población nacional estaba, en 1991, conectada a red pública de desagües. El resto de los habitantes disponen sus efluentes clocales en cámaras sépticas y pozos ciegos o retretes sin descarga de agua. (MEOySP, 1997). En menor medida, otra fuente importante de contaminación de las aguas subterráneas son las aguas residuales industriales, que también se vuelcan frecuentemente a tanques sépticos y pozos negros.

Este recurso adquiere mayor importancia en las zonas áridas y semiáridas con escasos recursos superficiales. Según datos de la década del 70 (Bárbaro et al., 1992), para una explotación total de 4.700 millones de m3 anuales, un 50% correspondía a usos agrícolas, un 20% a industriales, otro 20% a la ganadería, siendo el doméstico responsable del 10% restante.

Contaminación atmosférica:

La problemática de la contaminación atmosférica, como en gran parte de los temas relacionados a la contaminación en nuestro país, cuenta con pocos estudios de base, lo que se ve agravado en este caso por una carencia de equipamiento tecnológico y de recursos para efectuar los diagnósticos correspondientes.

Puede decirse, no obstante, que este tipo de contaminación está acotada fundamentalmente a las grandes ciudades (en particular, Area Metropolitana de Buenos Aires, Córdoba y Rosario) y se traduce en las emisiones cada vez mayores de monóxido de carbono (CO), dióxido de azufre (SO2), plomo (Pb) y partículas en suspensión (MPS) producidas especialmente por fuentes móviles, consecuencia prácticamente de una ausencia de controles y de redes de monitoreo adecuadas.

Algunos de los valores señalados para los contaminantes principales en las ciudades se presentan a continuación:

Cuadro Nº1: Valores medidos para los principales contaminantes de la ciudad.

LA OPINION DE DSOSTENIBLE NO
NECESARIAMENTE COINCIDE CON LA OPINION DE LOS COLUMNISTAS. A RAIZ DE CUALQUIER NOTA PUBLICADA EN ESTA PAGINA SE CONCEDERA DERECHO A REPLICA A QUIEN LO SOLICITE CON LA FINALIDAD DE MOSTRAR OTRO ENFOQUE SOBRE EL MISMO TEMA, ENRIQUECIENDO DE ESTA MANERA, LOS DEBATES QUE SE GENEREN

Ubicación/ contaminante

MPS (µg/m3)

SO2 (µg/m3)

NOx (µg/m3)

Pb (µg/m3)

Capital Federal (mediciones de Julio de 1993 y Mayo de 1994)

70 - 90

3 - 18

38 - 240

0.3 - 3.9

Mendoza (mediciones de Julio de 1993)

30 - 250

0.2 - 5.4

0.6 - 5.3

Córdoba (promedios anuales sobre la base de mediciones regulares 1988-1991)

80 - 192

32

41 - 50

Palpalá, Jujuy (promedio de 82 mediciones de 24 Hs, 1990)

209

46.3

22.9

Normas principales de la USEPA

75

(media geométrica anual)

80

(media aritmética anual)

100

(media aritmética anual)

1.5

(promedio trimestral)

Fuente: Banco Mundial. La contaminación Ambiental en la Argentina. 1995

En las zonas suburbanas, en cambio, cobra mayor significancia el aporte de las fuentes fijas, como es el caso de las zonas industriales de Berisso, Ensenada y Bahía Blanca (Pro-vincia de Buenos Aires) debido a la presencia de destilerías e industrias petroquímicas o las consecuencias de las industrias metalmecánicas y químicas en el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba, por citar sólo dos ejemplos.

El problema de la contaminación del aire constituye uno de los principales problemas de todo el AMBA pero, esencialmente del microcentro de la ciudad de Buenos Aires a lo largo de las principales arterias viales.

Según el Informe del Banco Mundial "La contaminación ambiental en la Argentina" (1995), no se considera que la contribución del sector industrial sea relevante en este sentido debido, principalmente, al bajo costo del gas natural, combustible relativamente limpio que representa alrededor del 46% de las necesidades de dicho sector y el 78% de las correspondientes al sector energético. El fuel-oil se utiliza básicamente donde no hay gas disponible y, particularmente en el sector energético, durante el invierno cuando éste escasea en la ciudad de Buenos Aires.

El problema de la contaminación del aire como consecuencia de la actividad industrial parecería ser relevante sólo alrededor de unas pocas plantas específicas, fundamentalmente en los sectores de refinería de metales, cemento, petroquímicos y petróleo.

En lo referente al sector energético, y como consecuencia de la política de gestión ambiental encarada por la Secretaría de Energía y el Ente Nacional Regulador de la Electricidad a partir de 1991, el problema se hallaría en vías de ser controlado pues todas las centrales están obligadas a cumplir con severos límites de emisión para lo cual han debido instalar equipos de monitoreo permanente.

La principal fuente de contaminación atmosférica en Buenos Aires resulta ser entonces la correspondiente a los vehículos a motor, es decir, las fuentes móviles. Si bien esta situación se ve atenuada por un régimen de vientos favorable, éstos no son suficientes para dispersar los contaminantes que se concentran en calles estrechas con tránsito pesado durante las horas de trabajo, cuando los gases tóxicos se acumulan a niveles insalubres.

Si bien no se cuenta con una red sistemática de monitoreo de la calidad del aire, de las escasas mediciones efectuadas parecería ser que las concentraciones de CO exceden regularmente los límites recomendados durante el día. (Banco Mundial, 1995). Por otra parte, como resultado de los altos contenidos de plomo en las naftas, mediciones seleccionadas en el centro de la ciudad han arrojado valores de hasta 3,9 Tg/m3 los que, si se comparan a los estándares de la EPA (1,5 Tg/m3) dan una idea de la magnitud del problema.

La ciudad de Córdoba, rodeada de montañas, sufre una contaminación atmosférica de relativa seriedad que llevó a la Municipalidad a monitorear la calidad del aire (desde 1971) en los siguientes parámetros: dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, material particulado en suspensión, aldehidos, oxidantes fotoquímicos e índice de corrosión. Los resultados obtenidos indican un incremento de alrededor del 400% para las concentraciones de dióxido de azufre desde 1976 y de más del 250% para las del material particulado en suspensión, habiéndose identificado asimismo ciertas fuentes de contaminación.

Di Pace et al. (1992) citan también la preocupación de diversos funcionarios públicos por los problemas de este tipo que se generan en ciudades de dimensiones menores como La Rioja, Cinco Saltos, Cipoletti, Allen y General Roca, en estas cuatro últimas como consecuencia de las fumigaciones efectuadas en los cultivos de sus respectivas zonas de influencia, más relacionadas con el ámbito rural que con el urbano.

Contaminación industrial:

Debido a la variedad de problemas asociados a las actividades industriales, este tipo de contaminación será considerada separadamente. Se debe mencionar que constituye una de las causas principales del deterioro de la calidad del aire, el agua y el suelo y de la generación de residuos peligrosos en el país.

Cabe aclarar que, según el Informe de la CONAPA (1992), "Como resultado de la escasa legislación ambiental y de control de la industria por las autoridades, se ha generado muy poca información por lo que son escasos los datos disponibles para la información pública que se refieren específicamente a la carga de contaminantes de origen industrial en el ambiente".

Dicho informe subraya asimismo que una indicación general sobre el grado de deterioro ambiental debido a la industria puede ser obtenido de mejor manera, quizás, a través del análisis de la situación en áreas representativas para las que existe una cantidad de datos razonable. Tal el caso de las Provincias de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán.

Así, como se dijera más arriba, el sector industrial es responsable de un 50% de la contaminación hídrica en el AMBA (que concentra cerca del 60% de la producción industrial del país), siendo a su vez la fuente dominante en otros casos como el río Santiago en La Plata, el río Salí en Tucumán, el río Paraná aguas arriba de Rosario y ciertos canales de irrigación de Mendoza.

Sus causas pueden encontrarse, esencialmente, en el empleo de tecnologías sucias, sistemas de producción obsoletos y un inadecuado control por parte de las autoridades competentes debido, en muchas ocasiones, a una superposición de jurisdicciones que impide un accionar efectivo.

La generación de residuos peligrosos, dada la inexistencia de plantas para su tratamiento, almacenamiento y/o disposición final, debe considerarse como un problema de gran magnitud, puesto que no debe descartarse la posibilidad de que los mismos sean eliminados en gran parte en basurales a cielo abierto, tanques sépticos y pozos negros incontrolados que percolan hacia las aguas subterráneas y cursos superficiales donde se acumulan en los lodos de los lechos o fluyen hacia los receptores finales de éstos.

Sólo en la Provincia de Buenos Aires se generan alrededor de 47.000 t/año de estos residuos, los que provienen, fundamentalmente, de las industrias metalúrgica-electrónica (46%) y química-petroquímica (44%). (Banco Mundial, 1995)

Degradación de los mares y riberas:

El mar Argentino se calcula que alberga una 300 especies, con una biomasa marina para especies comerciales que alcanza las 12.072.657 toneladas y un rendimiento máximo sostenido, esto es, el volumen máximo que puede extraerse de una especie sin afectar el desarrollo de la misma, del orden de las 3.000.000 toneladas. (Lara, A. en Roccatagliata, 1997). (Ver mapa Nº 7).

Hasta principios de los ´60, la actividad pesquera estaba destinada al consumo interno y se basaba en una flota de embarcaciones reducidas y de poca capacidad de captura. Desde entonces la actividad ha crecido considerablemente debido a la reorientación de la oferta de los productos marinos hacia el mercado externo.

La Guerra de Malvinas y la posterior demarcación por parte de Gran Bretaña de la Zona de Conservación y Administración Pesquera significó para la Argentina una disminución de las áreas de pesca que se manifestó en el descenso de los valores de captura máxima permisible establecidos por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP): 1.100.000 toneladas para 1979 contra 600.000 para 1984.

Sin embargo, el futuro del sector se encuentra seriamente comprometido debido a la sobrepesca llevada a cabo por empresas tanto nacionales como extranjeras, escasamente controladas por el Estado, que modifica la biomasa marina tanto en su cantidad como en su estructura.

Las capturas de fauna íctica que realizan buques de otras banderas en la zona económica exclusiva argentina, no sólo mediante la formalización de acuerdos binacionales sino también directamente a través de la pesca furtiva; es particularmente nociva, no sólo por los volúmenes de pesca manejados sino también por la sofisticación de los equipos de captura y la falta de mecanismos permanentes de control.

Por otra parte, con referencia a los recursos pesqueros marinos, la pesca nacional se caracteriza por su escasa diversificación, con la explotación de algunas especies por encima de los valores correspondientes a su rendimiento potencial y la subutilización de otras. (Bárbaro et al., 1994)

La Merluza, acompañada principalmente por el Abadejo y el Mero se encuentran dentro de las especies preferidas por las flotas argentinas. Según datos del Departamento de Intereses Marítimos de la Armada Argentina, la captura actual de la primera ronda las 500.000 toneladas por año. Es así como ha puesto en riesgo de extinción a la merluza hubsi, el mayor recurso pesquero de la región, al punto tal que se consideró que las capturas habían entrado en emergencia al haber desequilibrado la relación entre la generación y la explotación del recurso. (La Nación, 15/08/98).

La Corvina y la Pescadilla también han sido objeto de la pesca intensiva en estos últimos años. Entre los moluscos, por su parte, se han incrementado notablemente las capturas de Calamar Illex, con una total desembarcado en puertos argentinos que, para 1994, alcanzó la abrumadora cifra de 196.893 toneladas.

Si bien, como se ha mencionado anteriormente, el INIDEP (SAPyA) fija anualmente la captura máxima permisible (CMP) para el año en curso, las capturas reales exceden muchas veces los límites establecidos requiriendo que se dispongan medidas para la salvaguarda de ejemplares juveniles de las especies más afectadas. (La Nación, 29/01/99).

Los problemas relacionados con la pesca indiscriminada a escala mundial han llevado a la World Wide Fund a afirmar que el 70% de los lugares donde era abundante la pesca han dejado de serlo. Al respecto se mencionan la persecución de la que han sido objeto el Atún en el Nordeste del Atlántico, el Salmón en el Norte del Pacífico, el Bacalao en el Norte del Japón y el Calamar y la Merluza en el Atlántico Sur.

Con respecto a la degradación de los mares y costas merece especial mención el tema de la contaminación con hidrocarburos provenientes de accidentes mar adentro, de derrames desde los cursos fluviales y de perdidas desde refinerías costeras y plataformas off shore.

La Fundación Patagonia Natural realizó una Evaluación de la Contaminación por Hidrocarburos y Metales en la Zona Costera Patagónica (1996), mediante muestreos de agua y sedimentos en distintos puntos del área. Caleta Olivia, Comodoro Rivadavia y Caleta Córdova están situadas en la costa del Golfo San Jorge y se encuentran sometidas a grandes presiones derivadas de la actividad petrolera en el área, lo cual se hace evidente en las altas concentraciones de hidrocarburos detectadas.

En todas las estaciones muestreadas en el Golfo San Jorge se registró la presencia de petróleo fresco y degradado de múltiples fuentes, lo que estaría indicando que existe un aporte constante la hidrocarburos de carácter crónico relacionado con las actividades de esta industria. Por otra parte, se detectó la existencia de estos compuestos en zonas de acumulación, como el Faro Aristazábal, relacionadas con corrientes marinas y transportes de materiales.

Con respecto a derrames de petróleo de carácter accidental, se puede mencionar el caso de contaminación con hidrocarburos como consecuencia del choque ocurrido entre el Sea Paraná, de bandera alemana, y el Estrella Pampeana, de bandera liberiana, el pasado 15 de Enero en el Río de la Plata. Cinco mil metros cúbicos de petróleo cayeron al agua, de los cuales se lograron recuperar 1.900 m3.

Catorce unidades de la Prefectura Naval comenzaron a bombear el petróleo y, según lo expresó David Parco, jefe de la División de Logística, no "daban abasto" para contener el derrame. Desgraciadamente una tormenta arrastró los hidrocarburos hasta las costas de Magdalena y Berisso contaminando las playas al punto tal que se calcula que tardarán de tres a cinco años para reconstituirse. (Clarín, 07/02/99).

Obsolescencia o inexistencia de infraestructura sanitaria:

La obsolescencia o inexistencia de infraestructura sanitaria (agua potable, desagües cloaca-les y pluviales) contribuye tanto al problema de las inundaciones urbanas como al de la contaminación hídrica.

Según datos del Plan Nacional de Saneamiento (S.RR.HH., 1988) la cobertura promedio de agua potable a nivel nacional en el año 1987 era del 66% para la población concentrada (rural y urbana), habiendo superado el crecimiento demográfico al de los servicios para el período 1980-1987. Para los servicios cloacales, la cobertura promedio a nivel nacional alcanzaba, por su parte, al 37% sobre la población concentrada, correspondiendo la casi totalidad a localidades urbanas. El incremento de cobertura tampoco superó, en este caso, al crecimiento demográfico.

Debe tenerse en cuenta que desde el inicio de la concesión a Aguas Argentinas 1.282.152 habitantes han sido incluidas al servicio de provisión de agua potable y 666.137 al de desagües cloacales. El total de habitantes abastecidos por la empresa alcanzó, para el quinto año de concesión, a 7.483.078 habitantes, mientras que recolectó los efluentes cloacales de 5.581.065. (Ver Mapa Nº 8).

Los desagües domésticos constituyen, tal vez, una de las fuentes más importante de contaminación del país las que, por su parte, afectan seriamente a las fuentes aptas para consumo. La población urbana no conectada a servicios cloacales se ha incrementado en más de un millón de personas en la última década, creándose situaciones ambientales de alta vulnerabilidad, particularmente en zonas marginales.

Según el Informe del Banco Mundial antes citado, en el AMBA, más 5 millones de personas disponen sus descargas domésticas en cámaras sépticas, pozos absorbentes u otros sistemas individuales directamente conectados con los acuíferos. Los líquidos de las cámaras sépticas son recogidos periódicamente por camiones atmosféricos que no siempre los depositan en los sitios autorizados, lo que genera un riesgo adicional de contaminación.

Otras cantidades de efluentes tanto domésticos como industriales (algunos parcialmente tratados y otros sin tratar) son descargadas directamente a canales, conductos, arroyos y ríos que atraviesan el Area Metropolitana. Muy pocas ciudades del país cuentan con plantas de tratamiento de líquidos cloacales (por ej., Córdoba, Mendoza) mientras que el resto los descarga sin tratamiento alguno a los cuerpos de agua linderos.

Inundaciones:

Con respecto a las inundaciones en ambientes urbanos, son de mencionar las que se producen en el Area Metropolitana de Buenos Aires tanto por las lluvias que provocan el desborde de los cursos y arroyos entubados que atraviesan la Capital Federal y por la saturación de la red pluvial como por el ingreso de las aguas del Río de la Plata debido a sudestadas producidas por los vientos de ese cuadrante que generan mareas inusualmente altas en el Río de la Plata.

Las zonas bajas de Belgrano, Nuñez, Palermo, Villa Crespo, las zonas aledañas al Ria-chuelo y el Bajo Flores, al igual que las urbanizaciones de Villa Lugano se encuentran entre las más castigadas en lo atinente al impacto socioeconómico de este fenómeno, particularmente en las últimas décadas, debido al desfasaje considerable entre el incontrolado crecimiento urbano y la infraestructura sanitaria que se menciona anteriormente.

San Fernando, Dock Sud, Tigre, Lomas de Zamora, Monte Grande, etc. son algunas de las localidades con mayor riesgo de sufrir inundaciones en el área correspondiente a la provincia de Buenos Aires, del Gran Buenos Aires.

Gestión inadecuada de los residuos sólidos:

En lo atinente a residuos sólidos, la gran mayoría de las ciudades cuenta con servicios de recolección, muchas veces de tipo municipal, que se concentran, generalmente, en los barrios céntricos de los cascos urbanos respectivos y resultan inadecuados en las zonas periféricas en las que se asienta la población de menores ingresos. Así, la basura se acumula en terrenos baldíos y a la vera de ríos y arroyos contribuyendo a la contaminación hídrica y, en menor grado, a la creación de hábitats propicios para la proliferación de vectores transmisores de enfermedades.

Debido a la falta de sitios de disposición final de residuos sólidos (o a la decisión de ciertos municipios de no utilizarlos por una cuestión de costos) han proliferado los basurales a cielo abierto, generando no sólo problemas de contaminación de aguas subterráneas sino también de salud, dada la fácil accesibilidad de la población, principalmente niños, a los mismos, y su localización en zonas bajas y anegadizas.

Según el Informe del Banco Mundial sobre contaminación ambiental, este problema ocupa el tercer puesto dentro de las áreas prioritarias de acción, luego de la contaminación de las aguas subterráneas y la del aire y el ruido. Esto se debe a que son considerados como causa de daños a la propiedad, pérdida de espacios para recreación y daños ecológicos variados.

En el AMBA, el CEAMSE presta el servicio de disposición final mediante el método de rellenamiento sanitario a la Capital Federal y 19 partidos del Gran Buenos Aires. Dicho organismo sólo recibe 4 de los 5,6 millones de toneladas por año de residuos sólidos generados.

Según datos del mismo CEAMSE, en 1992 existían todavía 74 basurales a cielo abierto en el área. Se trata de un problema de difícil resolución pues tal tipo de disposición constituye una fuente de ingresos para los sectores de menores recursos de la población urbana. No debe olvidarse que la operación de basurales se halla estrechamente integrada a la economía informal de asentamientos irregulares (villas miseria).

SITUACION AMBIENTAL ARGENTINA

Problemas a Nivel Rural:

Los problemas ambientales que se producen en el ámbito rural son consecuencia principalmente de dos factores determinantes: el avance de la frontera agropecuaria sobre los ecosistemas naturales (Selva Misionera, Gran Chaco, etc.); y las prácticas agrícolo-ganaderas no sustentables.

Inundaciones y sequías:

Las inundaciones de llanura pueden agruparse en dos grandes tipos, en función de sus causas: los anegamientos y los desbordes de los causes. (Fuschini Mejía, M. en Durán, D., 1998). El primero puede ser provocado por un exceso temporal en las precipitaciones o por un ascenso en el nivel freático.

Cuando se deben a los desbordes de los ríos, el desencadenante de estos fenómenos es un aumento en la cantidad de agua en las nacientes que trae aparejadas crecidas que, en determinadas ocasiones, supera los bordes de la sección transversal. Esto es lo que se conoce como almacenamiento lateral y puede cubrir grandes extensiones y prolongarse por largos períodos. Es posible también que se den inundaciones de tipo mixto, es decir, en una zona anegada se produce el desborde de algún curso.

Las inundaciones se producen en regiones bien diferenciadas: (Ver Mapa Nº 9).

El Noreste, donde las inundaciones resultan consecuencia de los desbordes recurrentes (estimados como bianuales) de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay; de lluvias caídas en el interior de los valles aluviales que drenan hacia cursos afluentes que, a su vez, desbordan al encontrarse con los cuerpos principales; y de lluvias localizadas en las ciudades y en las principales zonas productivas.

El caso de los ríos Pilcomayo y Bermejo reviste características diferentes. En efecto, naciendo en las altas cumbres y descendiendo a una velocidad tal que genera graves procesos erosivos en la alta cuenca, estos cursos se desaceleran en las zonas planas donde depositan su elevado contenido de sedimentos. Por lo tanto, sus cauces resultan provisorios y desbordan en sitios diferentes cada año, lo cual resulta difícil de prever. Sin embargo, como los anegamientos se producen en zonas poco o nada pobladas y de baja relevancia agropecuaria, su impacto social es de un nivel de significancia mucho menor.

La Provincia de Buenos Aires, con la cuenca del río Quinto en el noroeste, el sistema de las lagunas Encadenadas en el sudoeste y la cuenca del río Salado en el Centro. En esta región se produce la alternancia de períodos de sequía con ciclos húmedos, habiendo sido la más afectada la cuenca del río Salado, afectación que se ha visto agravada por un mal manejo agrario y una política de canalizaciones mala planificada y aplicada. (Di Pace et al., 1992).

En este sentido se puede mencionar las inundaciones acontecidas en la zona del litoral como consecuencia de las lluvias extraordinarias provocadas por el fenómeno del Niño, que suele darse a intervalos de 7 u 8 años alterando al comportamiento normal de los océanos y atmósfera.

En el período de inundaciones de Noviembre de 1982 a Julio de 1983 más de 70.500 personas debieron ser evacuadas y las hectáreas anegadas alcanzaron un total de 2.350.000 entre Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos. Los daños directos se han estimado en 1.650 millones de U$S y los indirectos en U$S 3.753 entre evacuación, viviendas, infraestructura y transporte y pérdidas en los sectores agrícola y ganadero y en el resto de la economía. (Menéndez, J. y Falcone, R. en PROSA-FECIC, 1996).

En 1998 la Argentina sufrió un nuevo acontecimiento del Niño que requirió la movilización de miles de familias, la pérdida de las cosechas en vastas áreas y la destrucción de viviendas e infraestructura. Este acontecimiento puso en discusión, en los medios masivos de comunicación, la gestión de los recursos hídricos por parte del Gobierno Nacional y la falta de previsiones para el desastre natural. La polémica generada y la magnitud de las inundaciones pusieron el tema en el rango de primera prioridad en la agenda nacional.

Cabe acotar que las inundaciones por desbordes de los cursos de agua sobre sus correspondientes valles aluviales afectan a sectores urbanos en los que se da una ocupación no planificada e incontrolada de tales valles donde habita, en la gran mayoría de los casos, la población de recursos más escasos. Asimismo, como los cursos suelen hallarse contaminados, la combinación de los factores inundación - contaminación potencia la magnitud del problema.

Cabe destacar, finalmente, los problemas causados por la sedimentación de los materiales generados a partir de la meteorización de las formaciones rocosas y de la erosión de los suelos en diversas cuencas hídricas, particularmente la del Río de la Plata. A ésta, sólo el Bermejo le aporta 70 millones de toneladas de sedimentos por año, lo que afecta las posibilidades de uso del recurso, incluso la navegación y el acceso a puertos comprendidos en la red de vías navegables.

Las sequías resultan de condiciones hídricas en las que prevalece la escasez de agua como resultado de precipitaciones insuficientes en una serie de años sucesivos. Como consecuencia de ello se empobrecen las pasturas, disminuye el rendimiento de los cultivos y personas y animales ven limitadas sus posibilidades de disponer de agua. (Durán D. 1996)

Las mismas afectan de manera permanente a las regiones áridas y semiáridas del territorio y a las regiones húmedas y subhúmedas del país, en forma intermitente, alternando inundaciones con sequías.

La Pampa Deprimida, por ejemplo, se ve afectada por fluctuaciones no periódicas de precipitaciones. Según un informe elaborado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), la zona ha experimentado, en el período comprendido entre 1923 y 1974, veintiocho años definidos como normales, diecisiete lluviosos y seis secos. (Durán, D., 1996)

Deben distinguirse las sequías hidrológicas, como déficit hídrico permanente, de las sequías agrícolas que se producen cuando la disponibilidad de agua no coincide con las épocas en las que las necesidades agropecuarias lo exigen. (Fuschini Mejía, M. en Durán, D., 1998).

Al respecto se mencionarán tres acontecimientos de sequías hidrológicas. (Duran, D., 1998). La ocurrida en Corrientes y Misiones en 1985 y 1986 durante la cual llovió, en un total de 60 días, tan sólo 20 mm (siendo la media mensual del orden de los 180 a 200 mm). Este acontecimiento provocó la destrucción de las cosechas de maíz, té, yerba y tung, la proliferación de incendios de bosques, escasez del agua para bebida por lo que debió establecerse una red de distribución de emergencia, etc.

El otro episodio de sequía que será mencionado es el ocurrido en 1987, en Salta y Tucumán, que registro un déficit de precipitaciones de nueve meses. Las consecuencias principales de este desastre natural fueron la muerte de gran cantidad de ganado mayor y menor; la afectación de los cultivos en toda la región, especialmente en Tucumán, en donde se perdió el total de la cosecha de verano de limones y naranjos; escasez del agua para bebida; etc.

Por último, se mencionará la sequía ocurrida entre 1988 y 1989, que afectó a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, Chaco, Formosa, Entre Ríos y Misiones, conocida como "la sequía del siglo". La misma se debió a un descenso en el nivel de precipitaciones en la Pampa húmeda y sectores de la Mesopotamia y provocó, entre otras cosas, el agotamiento de las praderas, pérdidas en los cultivos de lino, trigo, frutales y mortandad de corderos y terneros.

Degradación de los suelos:

Según la FAO, la degradación de los suelos es "todo proceso de pérdida total o parcial de la productividad de la tierra", e implica que un sistema con un determinado grado de organización y composición pase a otro más simple y de menor número de componentes. (SAGyP y CFA, 1995).

Debido a la acción de agentes exógenos las rocas sufren una gradual metorización (degradación química y física) que con el paso del tiempo da lugar, sumada a la acción de organísmos vivos, a la formación del suelo. Las particulas disgregadas pueden ser removidas y transportadas por los dos agentes erosivos más comunes: el viento y el agua. Esto es lo que se conoce con el nombre de erosión eólica e hídrica respectivamente.

Sin embargo, este proceso natural puede ser acelerado e incluso desencadenado por acciones humanas. Entre estas se pueden mencionar como más importantes el sobrepastoreo, el desmonte o deforestación y las labranzas.

Los efectos nocivos de la erosión hídrica se manifiestan prácticamente a todo el país pero se pueden mencionar, por su nivel de degradación, las áreas correspondientes al Sur de Misiones, Noroeste de Corrientes, centro y Oeste de Entre Ríos, Tucumán, Sur de Salta, las cuencas de los ríos Carcaraña y Tercero y del río Arrecifes y Arroyo del Medio. (SAGyP y CFA, 1995).

La erosión eólica afecta principalmente a las zonas áridas y semiáridas del país, en las que se estima que un 40% de las mismas se encuentra efectuada. (SAGyP y CFA, 1995).

A modo de ejemplo se presentan el cuadro y mapa siguientes, ilustrativos del volumen de tierras sujetas a erosión hídrica y eólica en la República Argentina. Téngase en cuenta que los datos corresponden a 1986 por lo que se puede suponer, analizando la tendencia actual, que la situación ha empeorado (ver Cuadro Nº 2)

Según Di Pace et al. (1992), existen 22 millones de ha de tierras degradadas de muy difícil recuperación en la Patagonia extrandina, la Puna, el Monte y la porción más seca del Gran Chaco que limita con este último; 5,5 millones de ha. en la Pampa Húmeda con posibilidades económicas y ecológicas de recuperación; distribuyéndose el resto en la Selva misionera, la Selva tucumano-oranense y el Bosque austral. Dicho trabajo identifica, asimismo, cuatro zonas de erosión potencial alta en la Cuenca del Plata.

En general, los procesos erosivos provocan una paulatina disminución de la fertilidad del suelo, debido a la pérdida de la capa superficial del suelo que contiene la materia orgánica y minerales necesarios para el sustento de la vegetación. A esto deben sumarse los efectos de las prácticas agrícolas inadecuadas que implican la utilización de los nutrientes, sin una posterior reposición y la contaminación del suelo y aguas aledañas con agroquímicos para contrarrestar los efectos de la disminución en la productividad de los campos. Este tipo de degradación afecta prácticamente a todas áreas agrícolas definidas como de erosión nula o leve. (SAGyP y CFA, 1995).

Las pérdidas de mayor nivel de criticidad afectan, según Di Pace et al., a la Selva misionera, la Selva tucumano-oranense, el Gran Chaco, y la Puna, conjuntamente con la zona Pampeana sur. Esta última, según dichos autores, sufrió una reducción del 50% en los contenidos de materia orgánica de sus suelos como consecuencia de las prácticas agrícolas sostenidas efectuadas en la misma a lo largo de quince años. Asimismo, estudios realizados por el INTA en el Parque Chaqueño Occidental han determinado que de seis lotes bajo agricultura por un período de 9 a 11 años, cuatro presentaron una disminución entre el 21 y el 73% del contenido de materia orgánica en la capa arable.

Como dato ilustrativo respecto al futuro esperable, puede mencionarse que en las tierras correspondientes a la zona cañera de la Selva tucumano-oranense y al oasis agrícolo-hortícola del Monte, el consumo de fertilizantes por ha. (5 kg/ha.), según Barbaro et al. (1992), equivale a un porcentaje muy bajo del utilizado en las zonas de agricultura intensiva de los países desarrollados (23, 47, 319 y 99 kg/ha. consumidos por Australia, Canadá, Francia y EE.UU., respectivamente).

La desertificación es el nivel extremo que puede alcanzar la degradación y el deterioro de los suelos y de todo el ecosistema en general. Este problema es característico de las zonas áridas y semiáridas por lo que nuestro país, con un 75% de superficie en tales condiciones, se encuentra naturalmente expuesto.

La gravedad del fenómeno de desertificación se debe al hecho de que el ritmo de regeneración de la vegetación en estas zonas es muy bajo y, por lo tanto, su recuperación, aunque no imposible, es lenta y requiere de grandes esfuerzos para revertir las condiciones que dieron origen al problema. La Patagonia constituye una de las regiones en las que el fenómeno de la desertificación constituye un problema grave a crítico, como consecuencia de la eliminación progresiva de la ya escasa cobertura vegetal debido al sobrepastoreo con ovinos. Las condiciones climáticas, especialmente la escasez de las precipitaciones, le confieren características que la hacen especialmente vulnerable a la desertificación, al punto tal que el 90% de su superficie presenta signos evidentes de degradación y un 30% ha sido definido como desierto. (Durán, D.; Daguerre, C.; Lara, A., 1991)

Al respecto se puede mencionar que las zonas comprendidas por la Cordillera, Precordillera, las Sierras y Meseta Occidental en la Región Patagónica presentan un tapiz herbáceo seriamente degradado por la utilización inadecuada del recurso forrajero. La región Norte por su parte, presenta erosión hídrica y eólica moderada, situación que se ve agravada por las lluvias torrenciales de otoño y primavera. (PROSA-FECIC, 1996).

Como dato ilustrativo podemos decir que hace 20 años funcionaban en la región 1.261 establecimientos ganaderos sobre una superficie aproximada de 24.000.000 ha. En la actualidad 200 establecimientos se encuentran abandonados y más de 78% de las explotaciones no superan las 5.000 ovejas, lo cual no resulta rentable en las condiciones actuales del mercado ovino.

Salinización secundaria y problemas de drenaje:

La salinización secundaria y las deficiencias o impedimento del drenaje rural constituye un problema principalmente en aquellas zonas con sistemas agrícolas bajo riego. A modo de ejemplo, puede citarse la elevación de la napa freática que potencia la salinización y las dificultades sufridas para el drenaje de ciertos campos frutihortícolas aguas abajo de las represas hidroeléctricas construidas sobre el río Limay en el oasis del Alto Valle del Río Negro.

Las provincias con mayor superficie bajo riego son Mendoza (443.523 ha), Buenos Aires (176.500 ha) y Tucumán (140.734 ha). La primera es también la más afectada por problemas de salinidad con 255.940 ha, que representan el 43,8% de las áreas afectadas a nivel nacional, y drenaje, con 255.310 ha. Asimismo, se ha determinado que la infraestructura en este último sentido es deficiente.

Con respecto a los problemas de salinidad le siguen en orden de importancia, San Juan y Tucumán con 76.566 ha y 60.393.000 respectivamente. Se debe tener en cuenta que estos valores incluyen salinización primaria y secundaria. Los problemas de drenaje, por su parte, afectan en mayor medida a San Juan (55.000 ha), Río Negro (46.423 ha) y Tucumán (51.941, esta última con una carencia total de infraestructura. (Barnes, H. en PROSA-FECIC, 1996)

En la actualidad, la superficie con "derecho a riego" cubre, según Barbaro et al. (1992), 1,5 millones de Ha, lo que equivale al 0,55% del territorio nacional. Ello no obstante, la superficie sometida efectivamente a riego alcanza sólo a unas 900.000 Ha (86% en zonas áridas y semiáridas y 14% en zonas húmedas y subhúmedas).

La eficiencia nacional promedio del uso del riego es de alrededor de un 35%, alcanzando niveles un poco mayores en el caso de los oasis de regadío de Mendoza y San Juan (42%).

Riesgo sísmico, aluvional, de tornados y volcánico:

La sismicidad, según Di Pace et al., afecta a un núcleo de muy alto coeficiente sísmico ubicado en unos 200.000 km2 en la zona andina de las provincias de Mendoza y San Juan con probabilidades de ocurrencia de terremotos en cien años que superan el grado VI de la escala Richter. Dentro de esta zona existe otra, más reducida (70.000 km2), bisectada por el límite interprovincial, en que las intensidades sísmicas probables en cien años son superiores al Grado VIII de la escala antes enunciada. (Ver mapa Nº 10). Al respecto se mencionará el terremoto ocurrido en Caucete, San Juan, el 23 de Noviembre de 1977 que provocó la muerte de personas y la destrucción de numerosas viviendas.

Los volcanes, al igual que el riesgo sísmico, afectan a la franja occidental del país debido a la disposición y desplazamiento de las placas tectónicas. Los volcanes pueden tener con el tiempo efectos positivos para el ambiente pero inicialmente pueden significar un riesgo serio para las personas y la vida natural. Por un lado, se pueden mencionar los gases tóxicos, que en forma de nube se desplazan distancias considerables pudiendo provocar intoxicaciones y asfixias. Las cenizas, por su parte, son dispersadas por el viento llegando a afectar a los habitantes de las localidades cercanas, así como al ganado y a los cultivos. (Ver mapa Nº 11).

Otros riesgos naturales son los aluviones, que afectan seriamente la infraestructura vial y ferroviaria de zonas montañosas en las que la deforestación de laderas y el uso agrícola de tierras no aptas y con pendientes elevadas constituyen acciones antrópicas potenciadoras del fenómeno de referencia. Estas aluviones han producido situaciones trágicas tanto en la zona de las Sierras de Córdoba (San Carlos Norte) como en la Quebrada de Humahuaca.

Con respecto a los tornados, la zona de ocurrencia incluye Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, La Pampa, Santiago del Estero y el Este de Córdoba. Como ejemplo de este tipo de desastres naturales se puede mencionar que un tornado que azotó a la localidad de San Justo, provincia de Santa Fe, en 1973 y que produjo la muerte de 65 personas y pérdidas económicas cuantiosas y más recientemente, el ocurrido en la cuidad de Santo Tomé, que afecto a un 75% de las estructuras del mencionado centro urbano. (Ver mapa Nº 12)

Incendios:

Los incendios, de origen natural o intencionales, son acontecimientos corrientes en muchas zonas del país. Entre ellos se pueden mencionar:

Los incendios en el sector oeste de la zona Pampeana y en el Bosque austral, se ven favorecidos por la velocidad y frecuencia de los vientos que hacen que los mismos sean vastos (en general, superan las 7.000 ha.) y de prolongada duración. La abundancia de material leñoso acopiado, en muchos casos, por la población, para ser utilizado como combustible y en la cocción de alimentos, contribuye a agravar aún más esta situación.

Las sabanas del Gran Chaco, donde los incendios son frecuentes aunque en manchones ya que el sobrepastoreo ha contribuido al consumo de lo que representaría el combustible para los mismos.

La Selva misionera y la Selva tucumano-oranense donde se han implantado coníferas (material leñoso altamente combustible) junto a bosque natural menos combustible, incrementando el riesgo de incendios. Estos se producen, no obstante, sólo en veranos muy secos.

Ejemplo de las magnitudes catastróficas que pueden tomar los incendios forestales son los que se produjeron en la temporada estival 98/99 en las zonas aledañas a la Ciudad de Bariloche, frente al Lago Nahuel Huapí, que destruyeron más de 30.000 ha. de bosque nativo. Este acontecimiento, como otros en años anteriores, ha despertado inquietud entre la población con respecto a los mecanismos existentes para la prevención, rápida detección y control del fuego.

Daniel Posse, presidente de la Asociación de Bomberos del Cerro Campanario, camino a Llao Llao, indicó que sólo en esta temporada ya se ha acudido a más de ochocientos focos de fuego en los alrededores de Bariloche. Se cree que más del 90% de los mismos fueron causados intencionalmente y el 10% restante se debió a causas naturales y/o accidentes causados por el hombre. (Clarín, 07/02/99)

Deforestación:

La deforestación sufrida por grandes superficies ha hecho que, según datos del IFONA, de los 106 millones de Ha (39% de la superficie del territorio nacional) cubiertos por bosques nativos en 1914 se pasara a alrededor de 35,5 en 1987 (14% de dicha superficie).

De acuerdo con el Lic. Antonio Morlio, coordinador del Programa Forest-Ar, la extracción media anual de productos forestales provenientes de todos los bosques alcanzan a 7,3 millones de toneladas. De estas, entre 1/6 y 1/3 se obtienen en bosques nativos. Estos se estima que ocupan actualmente una superficie de unos 36 millones de hectáreas.

La explotación forestal desde fines del siglo pasado, con un carácter netamente extractivo, ha puesto en serio riesgo la existencia de especies arbóreas de gran valor. En la provincia de Misiones, por ejemplo, la explotación se centro en las llamadas "maderas de ley", que incluían a los Cedros, Lapachos, Peteribies, etc. y otros exponentes tales como el Palo Rosa y el Pino Paraná. (Chébez, J.C., 1994).

En la región chaqueña, emprendimientos a corto plazo como el llevado a cabo por la empresa "La Forestal" han llevado a la casi desaparición del quebracho colorado chaqueño para la extracción del tanino utilizado para el curtido de cueros. Otras especies que han sido explotadas irracionalmente son el Palo Santo, el Algarrobo (más recientemente), el quebracho colorado santiagueño, etc.

En el Chaco serrano y la llanura chaqueña la extracción forestal indiscriminada ha degradado el recurso provocando el reemplazo de especies de gran valor, de maderas duras y de lento crecimiento, por malezas leñosas de poca utilidad. En la mayor parte de las regiones desmontadas el monte tiende, al cabo de 4 o 5 años sin cultivo, a volver a instalarse pero en formas degradadas respecto de la vegetación original. La vegetación actual esta integrada por individuos aislados de especies con valor forestal (utilizados para sombra o estética en los establecimientos ganaderos o agroganaderos) y abundante fachinal. (SAGyP y CFA, 1995).

Algo similar ocurre en la Provincia de Formosa, en la que la actividad forestal es netamente extractiva sobre la zona Oeste, con predominio de Quebracho Blanco y Colorado Santiagueño, y sobre la zona centro-Este, de una riqueza y variedad muy superior.

El desmonte, que viene efectuándose a una tasa de 30.000 Ha/año, ha sido y continúa siendo llevado a cabo con el fin de implantar en las áreas desmontadas actividades agrícolas y/o, eventualmente, ganaderas (caso que no se ha dado en nuestro país en los últimos treinta años); y para la reforestación con otras especies de crecimiento más rápido.

Ejemplo de ésto es la selva tucumano-salteña o yungas, que ha perdido prácticamente su piso inferior de vegetación arbórea, la selva de pedemonte, al ser reemplazada por cultivos cañeros y frutihortícolas. (Chébez, J.C., 1994).

Incluso en años recientes, áreas que aún permanecían en su estado natural fueron devastadas por los planes de colonización tendientes a expandir la frontera agropecuaria. Tal es el caso del parque chaqueño que ha perdido gran parte de su vegetación arbórea para dar paso a plantaciones de algodón.

A esto se deben sumar la proliferación de cultivos de especies arbóreas exóticas, de rápido crecimiento, para la producción de papel y maderas de baja calidad, que han reemplazado los espacios ocupados anteriormente por formaciones naturales de gran biodiversidad.

La degradación de los bosques naturales puede traer consecuencias perjudiciales para ciertas actividades económicas como las represas hidroeléctricas o los sistemas de potabilización (acumulación de sedimentos por lavado de terrenos) y a zonas urbanas (deslizamiento de tierras en zonas montañosas e inundaciones).

Contaminación por agroquímicos:

Algunos de los contaminantes que contribuyen al deterioro de la calidad de las aguas, fundamentalmente por arrastre por lluvias, y del suelo, son los plaguicidas (aldrin, dieldrin, hexaclorohexano, heptacloro, etc.). Algunos de estos son altamente nocivos e incluso bioacumulables, con una vida media de 10 a 15 años. De los 236.000 Kg. de plaguicidas utilizados en el Alto Valle del Río Negro, 105.500 Kg. corresponden a los doce más peligrosos. (Chébez, J.C., 1994).

A modo de ejemplo se menciona que en el Alto Paraná, a la altura de Candelaria, Misiones el mismo autor señala que se han detectado niveles de Disulfotón del orden de los 456.350 kg./día y 22.500 Kg/dia de Aldrin. Ninguno de estos valores satisface los niveles recomendados para la protección de la vida acuática.

De acuerdo a Bárbaro et al., el 60% de los plaguicidas comercializados son herbicidas y, si bien su utilización se duplicó entre 1975 y 1985, nuestro país utiliza menos de la mitad de la cantidad empleada por Canadá, una tercera parte de la usada por Australia y alrededor de un décimo de la correspondiente a algunos países de la Comunidad Europea (Francia).

En cuanto al tipo de plaguicidas empleado, dicha fuente indica que el control de su uso ha sido muy permisivo (comercializándose algunos prohibidos en otros países), aunque parecería que la tendencia podría revertirse como consecuencia de varios factores como las imposiciones del mercado internacional en materia de control de alimentos, la generación y transferencia de nuevos conocimientos, la creciente preocupación social y la creación de organismos oficiales de control.

A pesar de los importantes caudales de agua transportados por los ríos de la Cuenca del Plata, se detectó en los mismos la presencia de plaguicidas organoclorados, siendo destacables los altos valores aportados por el punto de toma 602, correspondiente a la salida del efluente cloacal de Berazategui. En este punto también se detectó la presencia en concentraciones elevadas de PCBs en los sedimientos del lecho del río, que alcanzaron los 1085,0 ng/g. (Dirección Nacional de Gestión de los Recursos Hídricos, 1997)

Por otra parte, de acuerdo a Vila y Bertonatti (1993) y no obstante contarse con una rica legislación en la materia, en nuestro país no existirían controles sobre la importación, comercialización interna, selectividad de aplicación, técnicas de aplicación y tiempos de carencia (los que deben mediar entre la aplicación del biocida, la cosecha y la salida del mercado). Según dichos autores nuestro país forma parte de aquel grupo de países que reciben biocidas prohibidos o restringidos en sus países de origen y que, como consecuencia de la detección de tales agroquímicos en los productos primarios que se exportan, se encuentran con fuertes restricciones. La tendencia actual, según lo indican Bárbaro et al., es que tal situación parecería tender a revertirse.

Disminución de la biodiversidad:

La pérdida de la biodiversidad en la Argentina y en el mundo no es el resultado de una actividad humana o de un factor aislado, sino de una serie de causas interrelacionadas que están presionando sobre los ambientes y especies naturales al punto tal de llevarlos al borde de la extinción. Entre ellos se puede mencionar la alteración de los espacios como consecuencia del avance de la frontera agropecuaria, la contaminación del aire, agua y suelo, la introducción de especies exóticas, la caza furtiva, la deforestación, el sobrepastoreo, etc.

En lo que hace a la fauna íctica, las grandes concentraciones urbanas e industriales, con los procesos de contaminación y eutroficación asociados a las mismas, son las principales responsables de su deterioro. Aunque aún no evaluado objetivamente, el impacto de las represas, en función de las particularidades del sistema y de las características biológicas de las especies presentes, debe asimismo ser tenido en cuenta.

Con respecto a este punto, cabe mencionar que la falta de integración entre las políticas de aprovechamiento de los recursos transfronterizos ha significado en muchos casos una pérdida de tiempo y recursos para nuestro país. Al respecto se puede mencionar el caso del Bosque austral entre Argentina y Chile (período 1980-1989), donde en nuestro país se protegían determinadas especies que eran explotadas en Chile y luego ingresaban al nuestro como madera aserrada; o el del Parque Nacional Río Pilcomayo (Pcia. de Formosa), donde se protegen ciertas especies que son afectadas por cazadores furtivos provenientes de Paraguay a través del río homónimo.

La introducción accidental o intencional de plantas y animales exóticos puede resultar un grave riesgo para la supervivencia de las especies nativas. Las primeras, si logran aclimatarse, se encuentran en franca ventaja con respecto a las segundas puesto que no tienen predadores naturales ni organismos que las paraciten. Así es como especies arbóreas como el Ligustro, la Ligustrina y la Madreselva están desplazando a la vegetación originaria de la zona del Delta del Paraná, las truchas y salmones a los peces de gran cantidad de cursos de agua, el jabalí a los pecaries, el ciervo europeo al huemul etc. (Chébez, J.C., 1994).

Los efectos que pueden tener las especies exóticas han demostrado en muchas ocasiones ser negativas al punto de poner en serio riesgo la supervivencia de la flora y fauna nativas. Por un lado, pueden convertirse en competidoras y predadores altamente eficientes, por otro pueden dañarlos indirectamente al destruir su hábitat y por último pueden introducir parásitos y enfermedades para las cuales las especies nativas no tienen defensa.

Con respecto a la caza comercial, legal o ilegal, la persecución de la cual son objeto algunas de nuestras especies autóctonas ha puesto en serio peligro a algunos de nuestros más hermosos exponentes de flora y fauna natural, especialmente al combinarse con los factores vistos anteriormente. Según CITES, el comercio internacional de plantas y animales silvestres mueve legal e ilegalmente unos 20 mil millones de dólares anuales. La Argentina se ubicó, en 1990, en cuarto lugar en cuanto a contrabando de fauna y pieles se refiere, después de España, Tailandia y Singapur.

Los motivos principales para la captura de flora y fauna pueden resumirse como: obtención de animales vivos como mascotas o como elemento ornamental; obtención de cueros, pieles y plumas; y como recurso proteico, en mucha menor medida.

En el primer grupo se destacan los monos, los loros, los flamencos, los cisnes, los tucanes, peces, anfibios y reptiles varios; en el segundo, los gatos manchados, los zorros, los zorrinos, el lobito de río, la vicuña, el guanaco, los pecaríes, el coipo, la chinchilla, los yacarés, las boas, los lagartos overos, etc.; y en el tercer grupo se encuentran entre los más presionados la vizcacha y la mulita. (Chébez, J.C, 1994)

Uno de los factores que agravan aún más la situación es el hecho de que la fauna constituye parte del sustento complementario o casi único de la población rural mientras que, según evaluaciones sobre sistemas de comercialización, se ha estimado que el cazador sólo llega a retener del 0,01 al 2% del producto final (Bárbaro et al., 1994). El tráfico ilegal de fauna trae aparejado, por lo tanto, inconvenientes ecológicos, económicos y sociales.

La Argentina firmó en 1980 el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES). La entidad tiene como fin la coordinación de los esfuerzos para regular el comercio de las especies no domésticas. Para esto ha clasificado a las especies en tres apéndices: I de comercio prohibido; II de comercio restringido; y III de especies protegidas en un país.

Entre las especies que figuran en el Red Data Book de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), consideradas en peligro de extinción y/o en retroceso numérico continuo, se encuentran: amenazadas 5 mamíferos, 5 aves y 3 reptiles; vulnerables 16, 4 y 1 respectivamente; y raras 4, 4 y 1 también respectivamente. (Chébez, J.C en FECIC-PROSA, 1996). En lo que hace a las especies vegetales consideradas en peligro e incluidas en el Apéndice I de la Convención CITES, éstas son cuatro, a saber: el pehuén, el alerce y el ciprés, en los Bosques Andino-Patagónicos; y el pino del cerro, en las Selvas de las Yungas.

Seguidamente se hará una breve referencia a la situación en que se encuentran los ecosistemas de humedales en la Argentina, sobre la base de la publicación "Los Humedales de la Argentina: clasificación, situación actual, conservación y legislación" de la Organización Wetlands International. (1998)

El término humedal hace referencia a distintos ambientes acuáticos tales como lagos, lagunas, esteros, bañados, turbales, ríos y arroyos, que contienen por lo general una gran diversidad y productividad biológica y proveen a la sociedad de gran cantidad de recursos ictícolas y faunísticos, así como la posibilidad de un desarrollo turístico y recreacional en estas zonas.

La Argentina aprueba en 1991 la Convención sobre los humedales, conocida como Convención Ramsar, a través de la sanción de la Ley Nº 23.919. Se incluyeron tres sitios en la lista de Humedales de Importancia Internacional: los Parques Nacionales Río Pilcomayo (Formosa) y Laguna Blanca (Neuquen) y el Monumento Natural Laguna de los Pozuelos (Jujuy). En 1995 se incorporaron a dicha lista la Reserva Costa Atlántica Tierra del Fuego y la Reserva Provincial Laguna de Llancanel (Mendoza) y en 1997 la Bahía de San Borombón (Buenos Aires).

La riqueza de los humedales en el país, con numerosos endemismos, es muy grande: lagos, lagunas y salinas en la región de las Pampas y la Patagonia extraandina; lagos fríos y cataratas de montaña en los bosques andino-patagónicos; sabanas inundables en la región Chaqueña; lagos, lagunas y salinas en los altiplanos de la Puna, etc. Sin embargo se ha considerado a la mayor parte de la Argentina como vulnerable, con el litoral y Este de Formosa, Chaco y Santa Fe amenazados y el extremo Norte de Buenos Aires en estado crítico. Sólo la provincia de Santa Cruz y el Norte de Tierra del Fuego fueron considerados en condición estable. (Wetlands International, 1998)

Entre las causas principales de la degradación de los ecosistemas de humedales se encuentran el deterioro de la calidad de las aguas superficiales como consecuencia de los vertidos de aguas cloacales e industriales; la construcción de grandes obras de ingeniería, tales como diques y represas; la deforestación; la erosión de los suelos; la extracción de las aguas para consumo de la población y riego; etc. Esta última ha sido la causa de la desaparición casi total de los humedales y laguna de Guanacache ubicadas al pie de los Andes en las Provincias de Mendoza y San Juan, que antiguamente poseían una extensión considerable.

Cambio climático global:

Si bien el cambio climático corresponde más a una problemática mundial que nacional, se harán a continuación comentarios sobre la situación particular de la Argentina con respecto a sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y se mencionarán conclusiones arribadas en el marco de la Conferencia de las Partes COP-4, llevada a cabo en Buenos Aires entre el 2 y el 13 de Noviembre de 1998.

La Argentina es signataria del Convenio de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, por la cual se comprometió, entre otras cosas, a realizar un inventario de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI):

Los gases incluidos en el inventario son: Dióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4), Monóxido de Carbono (CO), Oxidos de Nitrógeno (NOx), Oxido Nitroso (N2O) y Compuestos Orgánicos Volátiles distintos del Metano (COVDM). El total nacional de emisiones de GEI se resume en la tabla siguiente:

Cuadro Nº 3: Emisiones de Gases de Efecto Invernadero para el total del país (Gg). 1990 y 1994.

PROGRAMA PRODIA

1990

1994

Variación porcentual

CO2

97.402,01

109.000,68

11,90%

CH4

13,90

33,16

138,56%

NOx

536,00

619,00

15.48%

CO

1.511,00

1.736,00

14,89%

COVDM

274,40

329,00

19,90%

N2O

0,60

0,80

33,33%

Fuente: Inventario de Gases de Efecto Invernadero. Gobierno de la República Argentina. 1997

Los resultados de las emisiones en Gg para 1994 se presentan en la siguiente tabla:

Cuadro Nº 4: Emisiones de Gases de Efecto Invernadero por actividad (Gg). 1994

CO2

CH4

NOx

CO

COVDM

N2O

Energía

Sector público

16.978

0,07

61,2

-

-

-

Autogeneración

3.211

0,01

11,1

-

-

-

Refinación de petróleo

5.308

0,05

14,0

-

-

-

Otras de energía

6.689

0,02

24,0

-

-

-

Industria

17.000

-

24,7

5,5

-

-

Transporte

34.787

31

323

1659

305

Comercial / institucional

3.110

Residencial

14.592

Agrícola

7.235

148

59

23

Emisiones fugitivas

1.111

37,71

Procesos

industriales

4.248

19

Agricultura

8,12

2573,88

2,29

136,65

0,7

Desperdicio

511

PROGRAMA PRODIA

Fuente: Inventario de Gases de Efecto Invernadero. Gobierno de la República Argentina. 1997

Actualmente el 70% de las emisiones de CO2 se originan en el consumo final de la energía y el 30% restante en el abastecimiento energético. La utilización de energía aporta GEI por dos vías, una por las emisiones fugitivas producto de la actividad y otra por la quema de combustibles. Las primeras son de pequeña magnitud, tal es así que al conjunto de los sistemas de Petróleo y Gas Natural se le pueden adjudicar 30,41 Gg de CH4 y 1111,08 Gg de CO2 en 1994 y a la minería del carbón 7,3 Gg de Metano para el mismo año. (Inventario de Gases de Efecto Invernadero, 1997).

Con respecto a la quema de combustibles, la participación es mucho más elevada. En este informe se desagregarán las emisiones de GEI según el origen de las mismas. Así puede distinguirse el consumo de energía del sector público, de autogeneración, de refinación de petróleo, de otras industrias de energía, de la industria en general, del transporte y de la combustión en pequeña escala, que incluye el consumo de comercios e instituciones, el del sector residencial y el del sector agrícola.

Es importante resaltar que las emisiones principales de CO2 se originan en el consumo de energía por parte del transporte, seguido por las industrias, pero mientras que el primero las incrementó en un 26,8% entre 1990 y 1994, las segundas disminuyeron sus emisiones.

Las industrias también disminuyeron los niveles emitidos de NOx y CO en un 67,6% y 65,4% respectivamente. Esto se debe principalmente a la sustitución del Diesel Oil por Gas Natural. Sin embargo, las emisiones por procesos industriales pasaron de 2.994 Gg en 1990 a 4.248 Gb en 1994 por lo que el neto del sector se encuentra en el orden de los 1,45 Gg de CO2.

Con respecto al gas metano, la fuente principal de emisiones es la agricultura a partir de la generación por fermentación entérica y tratamiento de estiércol, 92,1% de las cuales corresponden al ganado bovino; el cultivo de arroz (119,48 Gg en 1994); y en menor medida, por la quema de residuos orgánicos in situ.

Cabe destacar que las emisiones de CO tienen su principal origen en el transporte, como consecuencia de la combustión incompleta, y en menor proporción en la agricultura.

Con respecto a los cambios en el uso de la tierra, se estimó el promedio anual correspondiente al período 1989 - 1994 en una absorción neta de 63347 Gg de CO2. Este es el resultado de calcular las absorciones y emisiones netas de las distintas conversiones de usos.

En el caso de los bosques manejados, la absorción neta es de 31.809 Gg de CO2/ año, en la conversión de bosques a tierras de uso agropecuario corresponde una emisión neta de 36.844 Gg/año, y en el abandono de tierras de cultivo o ganaderas, una absorción neta de 6.8382 Gg/año.

La cuarta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático fue llevada a cabo del 2 al 13 de Noviembre de 1998, en Buenos Aires, y contó con más de 5000 participantes. (United Nations, 1998).

Luego de varias horas de negociaciones a puertas cerradas y concluida la sesión plenaria, los delegados adoptaron el llamado Plan de Acción de Buenos Aires, entre otras decisiones de importancia. Por el mismo las partes declaran su determinación de fortalecer la implementación de la Convención de Cambio Climático y prepararse para la futura entrada en vigor del Protocolo de Kioto.

Dos acontecimientos resultaron particularmente importantes para la Conferencia: una de ellas fue la declaración de Carlos Menem de comprometerse voluntariamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el período 2008 a 2012; y otra fue la firma del Protocolo de Kyoto por parte los Estados Unidos en New York pocas horas después.

Capítulo 5

Areas Temáticas que Requieren Control Prioritario

En base a lo expuesto en este Informe Final, surge que las áreas temáticas que requieren control prioritario pueden categorizarse en dos grandes grupos:

o las relacionadas con el control de la calidad de los recursos naturales, y

o las vinculadas estrechamente con el control de las actividades humanas que generan no sólo el deterioro de la calidad de los primeros sino el de la calidad de vida humana misma.

Cabría mencionar como un tercer grupo al relacionado con la prevención y control de desastres naturales. Este, si bien no puede ser incluido estrictamente dentro de lo que se considera un sistema de control ambiental, incluye indudablemente a la variable ambiental entre los componentes primordiales que lo componen.

En todos los casos deben fijarse objetivos de calidad que tiendan hacia un "desarrollo sostenible", es decir, como se dijera anteriormente, al logro de un adecuado crecimiento económico en el que tanto la tecnología como la organización social se reordenen y mejoren con el fin de satisfacer las necesidades de la totalidad, respetando la capacidad del ambiente para absorber los efectos de las actividades humanas. Es decir que las políticas para el desarrollo sostenible deberían aumentar la capacidad productiva y, simultánea-mente, ampliar las oportunidades para un desarrollo equitativo. (Lara A. 1993)

Los objetivos a fijar deberán basarse en premisas realistas, lo que implica partir de un conocimiento profundo de la situación actual, estipulándose metas intermedias para el corto y mediano plazo que signifiquen y permitan una gradualidad hacia la consecución de los primeros.

Dentro de las áreas de control que integran el primer grupo, se proponen las siguientes:

o Las aguas, tanto superficiales como subterráneas. Con respecto a la calidad, tender a fijar objetivos de calidad que compatibilicen los requerimientos de los distintos usos fijados para las mismas y sus correspondientes capacidades receptoras. Con respecto a la relación oferta - demanda, establecer mecanismos para la gestión integral del recurso agua, considerando las necesidades de consumo de los distintos sectores y sus prioridades. En aquellas áreas donde el agua sea un recuso escaso, deben establecerse pautas especiales que permitan enfatizar su conservación y concientizar a los usuarios y a los ciudadanos en general sobre el valor clave de este recurso.

o La calidad del aire, debiendo fijarse objetivos que tengan en cuenta las condiciones meteorológicas predominantes y la capacidad del área para recibir las inmisiones provenientes tanto de fuentes móviles como fijas. Esta cuestión requiere consideración especial en las metrópolis del país. Para ello, se necesita comenzar por el monitoreo de los parámetros clave para cada caso. Finalmente se requiere trabajar en la relación entre calidad del aire - uso del suelo y planeamiento del transporte.

o La calidad de los suelos, debiendo tenderse a objetivos que, partiendo de la capacidad de uso de los mismos y de las actividades efectivamente desarrolladas en cada caso, tiendan a revertir, mejorar y controlar el estado de deterioro actual debido a la erosión, la pérdida de fertilidad, la salinización secundaria, las deficiencias del o las barreras al drenaje rural y la contaminación por acumulación de residuos, entre otros. Para la gestión sostenible de los suelos deben considerarse los siguientes elementos: (Lara, A. 1993)

o coherencia ecológica, es decir, el uso de los recursos naturales de acuerdo con su aptitud;

o estabilidad sociocultural, condiciones sociales básicas que condicionan el modo de utilización del suelo;

o infraestructura, elemento sostiene y fomenta las actividades;

o estabilidad económico - financiera, facilidad de crédito, régimen impositivo;

o incertidumbres y riesgos, especialmente desde el punto de vista natural.

o En las áreas urbanas, es importante considerar la problemática de la contaminación de los suelos, debido especialmente a la actividad industrial y extractiva.

o La preservación de los recursos bióticos (o de la biodiversidad), apuntando al objetivo primordial de crear mecanismos adecuados que permitan, en primer término, realizar un relevamiento sistemático de los mismos y evaluar su importancia como recurso genético de uso agrícola, comercial y farmacológico para, a partir de ello, generar en segundo término los instrumentos que permitan su apropiado control.

Dentro del segundo grupo, deberían someterse a control las siguientes actividades:

o La industrial, incluso la extractiva, y la energética, causantes primordiales del deterioro de la calidad del aire, el agua y el suelo y de la generación de residuos peligrosos en el país, tendiéndose a objetivos que planteen el empleo de tecnologías de baja generación de residuos (con amplia utilización de reciclaje), de sistemas de producción que utilicen insumos "limpios", es decir, que produzcan residuos menos contaminantes y, en los casos en que ello sea necesario, de apropiadas tecnologías de tratamiento de efluentes.

o Las actividades agropecuaria y forestal, teniendo como objetivo el desarrollo de tecnologías que se adecuen a la naturaleza y características específicas de las zonas en que se desarrollen, que eviten la degradación y regulen, entre otros factores, los desmontes, el uso de plaguicidas (los controles sobre la importación, comercialización interna, selectividad de aplicación, técnicas de aplicación y tiempos de carencia), etc.

o Las actividades relacionadas con proyectos de infraestructura (vial, sanitaria, ordenamiento urbano, regulación hidráulica, puertos, vías de comunicación, etc.), apuntando al empleo de tecnologías que compatibilicen la satisfacción de las necesidades de la población involucrada que genera el proyecto de referencia con una apropiada protección de su calidad de vida y la preservación de la calidad de los recursos naturales comprometidos.

o Las actividades de tratamiento, almacenamiento y disposición final de residuos peligrosos, apuntándose a asegurar que las mismas obedezcan a las mejores reglas del arte en la materia de acuerdo a la naturaleza y características de los residuos tratados.

En lo atinente al grupo correspondiente a la prevención y control de los desastres naturales, si bien no se trata estrictamente de un área de control puramente ambiental, la variable de referencia debería insertarse, de todos modos, en los correspondientes sistemas de control, teniendo en cuenta, principalmente:

o Las inundaciones y las sequías que afectan distintas regiones del país;

o la sismicidad que incide sobre un núcleo de muy alto coeficiente sísmico;

o la producción de aluviones que impactan seriamente la infraestructura vial y ferroviaria de zonas montañosas; y

o la generación de incendios en áreas naturales, particularmente de bosques

http://www.dsostenible.com.ar/situacion/prodia-1/prodiacap13y5.html

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